Creí que nunca más publicaría en este blog... Esta historia me gustaba pero la escribí hace meses y la dejé aparcada. Tengo dos capítulos más escritos, así que no los subiré seguidos, para que así luego no pase demasiado tiempo hasta que escriba más.
Espero que os esté gustando y si me dejáis comentarios diciéndome cositas bonitas (o no bonitas), me haréis felices y eso me animará para escribir antes. ¡Así que ya sabéis!
¡Sed felices y disfrutad del capítulo!
Después de comer la tarta de mi cumpleaños y de que me cantaran por quinta vez cumpleaños feliz, Dougie me llevó a casa. En el trayecto íbamos muy callados, decíamos alguna cosa, pero él estaba concentrado en conducir y yo en el paisaje y mis pensamientos. Había sido un día muy especial. Por fin había conocido al resto del grupo, habían tocado para mí y mi abuela me había regalado la guitarra de mi abuelo. Sentí una lágrima asomándose, y para evitarla, pestañeé muy fuerte y pensé en otras cosas.
Llegamos a casa y antes de bajar, mi tío me dio un
beso en la mejilla. Salí del coche y me dirigí a la puerta. Entré como pude y
dejé las dos guitarras en el recibidor. Me asomé al salón y vi a mi madre
sentada en el sofá, en silencio y muy quieta. Me acerqué sin hacer ruido y le
saludé.
-
Hola mamá. Tío
Dougie me acaba de traer. Me lo he pasado muy bien en casa de la abuela. ¿Estás
bien?
-
Ven, siéntate –
dijo ella sin mirarme.
Di la vuelta al sofá y me senté a su lado. Vi que
tenía una caja entre sus manos y que no paraba de mirarla y pasar su mano por
encima. Esperé a que empezara a hablar. Pasaron varios minutos hasta que lo
hizo.
-
Lo siento mucho,
Sam. – levantó la cara y me miró.
-
¿Por qué, mamá? ¿Qué
ha pasado?
-
Por cómo me he
portado contigo todo este tiempo. Lo siento.
-
¿Y se puede
saber por qué lo has hecho? – le dije un poco enfadada.
-
Sam, cuando tu
abuelo murió, yo lo pasé muy mal. Y fui tonta y lo pagué contigo. Os parecéis
tanto… - y empezó a llorar.
-
¿Mamá?
-
Deja que me
explique. Necesito contártelo, soltarlo todo.
-
Está bien.
¿Quieres un té?
-
No, tranquila.
Estoy bien.
-
Bueno ¿y qué
quieres contarme?
-
Tu abuelo y yo
estábamos muy unidos. Él lo era todo para mí y yo para él. Cuando era pequeña
siempre estábamos juntos. Me tocaba canciones, me hacía cosquillas, se
disfrazaba para hacerme reír, me contaba cuentos todas las noches, me hacía
tortitas, me llevaba todas las tardes al parque, se bañaba conmigo y juntos
gastábamos bromas a mi madre. Todas las mañanas yo iba corriendo a su cuarto y
le daba los buenos días saltando en su cama. Él lo odiaba, pero me quería, y
cuando por fin estaba despierto, salía corriendo detrás de mí, para cogerme y
darme besos por todas partes. – y se calló.
-
¿Y por qué me has
ignorado todo este tiempo? ¿Qué he hecho yo?
-
Cuando tu abuelo
tuvo el accidente mi mundo se paró. Lloraba todas las noches, no comía,
descuidé mi matrimonio y a vosotros. Incluso me tomé unos días para mí sola,
para recuperarme. Cuando conseguí reponerme, volvió todo a la normalidad. Pero
ahí estabas tú, tan idéntica a tu abuelo, con tu sonrisa, tu hoyuelo y esos
ojos que tanto me recordaban a él. – Paró y me cogió las manos. – Sam,
perdóname. No quise hacerte daño en ningún momento. Eres mi vida, lo más
preciado que tengo junto a tu hermano. Y sé que es tarde, que el daño ya está
hecho, pero quiero recuperarte. No quiero que me odies y que te separes de mí.
Te quiero Sam y siento todo el daño que te he podido causar.
No pude evitarlo, las lágrimas se adueñaron de mis
ojos y empezaron a salir sin querer parar. Me tragué el orgullo y le abracé.
Estaba esperando ese momento desde hacía mucho, y por fin volvía a tener a mi
madre.
-
Mamá, te quiero.
– nos separamos y me besó en la frente.
-
Tengo algo para
ti. – dijo señalando la caja.
-
¿Qué es?
-
Toma, ábrelo. –
y me lo dio.
Abrí la caja y vi muchas fotos y varios dvd’s. Cogí
las fotos y empecé a verlas. El hombre que salía parecía mi abuelo, y la niña,
¿quién era?
-
Mamá, ¿quién es
la niña que sale con el abuelo?
-
Eres tú cariño.
Cuando eras pequeña nos pasábamos el día entero en su casa. Te alegrabas mucho
cada vez que estabas con él. Y tu abuelo te quería con locura, eras su ojito
derecho. – y rió.
-
Gracias por
enseñármelas. ¿Y los discos? ¿Qué son? – mientras lo dije, mi madre se levantó
y puso uno en el reproductor. Volvió y lo puso en marcha.
-
Creí que los
había perdido, pero no.
Dejé de mirar a mi madre y me concentré en la
televisión. Salía una casa, era la de la abuela. La recordaba tal y como se
veía en el video, llena de color y de vida. Al fondo reconocí a mi abuela,
estaba más joven y más enérgica. Parecía estar plantando unas flores junto a
otra mujer. La cámara cambió de plano y vi un hombre mayor con una niña en su
espalda. ¡Éramos el abuelo y yo! Él no paraba de reír, se le notaba muy feliz. Hubo un momento en que vi que yo corría hacia
donde estaba la abuela y me escondía detrás de ella, huyendo de mi abuelo. Él
se acercó y me ofreció un caramelo. Yo miraba a mi abuela para que me
aconsejara y ella asentía con la cabeza, ya que tenía las manos ocupadas. Vi
que me acercaba poco a poco a mi abuelo y cogía el caramelo. Me lo metí en la
boca y sonreí. Cuando lo terminé mi abuelo me cogió y me lanzó al aire para
luego cogerme antes de que llegara al suelo.
Después de la escena del jardín venía otra dentro de
casa. Estaba mi abuelo sentado en el sofá, conmigo en brazos y con la guitarra.
Ponía mis pequeñas manos en las cuerdas y hacía como que tocábamos una canción.
Yo le miraba orgullosa y él me sonreía. Podía oír la risa de mi madre detrás de
la cámara, era ella la que lo estaba grabando todo.
Había más escenas donde se notaba que nos divertíamos.
Pero la última me llamó mucho la atención, me pareció muy entrañable. Estábamos
mi abuelo y yo, tumbados en el sofá, durmiendo. Él estaba de lado y yo apoyaba
mi cabecita en su brazo. Parecía estar muy a gusto. La cámara se acercó y justo
en ese momento se paró. Ya había terminado.
Me sentí incapaz de decir nada. Tenía ganas de
llorar y de abrazar a mi abuelo, y ya no podía. Me giré un poco y vi a mi madre
que miraba fijamente la televisión. Estaba temblando. Le abracé muy fuerte y le
susurré en el oído que la perdonaba.
Pasamos unos minutos abrazadas. Cuando noté que mis
brazos se habían dormido me separé lentamente de ella. Me levanté y fui a por
la guitarra de mi abuelo. Volví al sofá y cuando mi madre levantó la vista,
reconoció la guitarra en seguida.
-
¿Quieres que te
toque algo? He aprendido alguna que otra canción.
Movió la cabeza para asentir y yo empecé a tocar una
de las canciones que me sabía tan bien. Ella no me quitó ojo en lo que duró la
canción. Cuando acabé, dejé la guitarra y la miré.
-
El sábado que
viene voy a volver a la casa de la abuela. ¿Quieres venir?
-
Claro. – me cogió la mano y nos volvimos a abrazar.
No se como lo haces pero siempre que leo un capitulo de este fic empiezo llorando y acabo llorando...pero he decirte que eso es bueno..porque con pocos fic lloro eeehhh
ResponderEliminarBueno que decir de este capitulo??? QUE ME ENCANTAA!!!! Joo es que me imagino a Tom y a Gi con sam y muero de amor en serio...
Menos mal que la madre le ha contado el porque no le conto nada..porque si no hubiera muerto jajajajajaja
Me gusta mucho cuando tanto Gi como su madre hablan de tom..es que se me ponen los pelos de punta.
Espero que subas rapido porque estoy deseando leer el siguiente, el siguiente y el siguiente..y espero que haya muchos capitulo seeehhh
un besazoooooo <33
Yo tampoco puedo parar de llorar.
ResponderEliminar