lunes, 4 de julio de 2011

Capítulo 6. Parte 2. POV Dougie

Me alegró mucho la llamada de Sam. Esta chica me caía cada vez mejor. Además, gracias a ella, Gi volvía a querer luchar por vivir. En realidad no tenía pensado ir a su casa, pero así volvería a ver a Sam. Era una joven muy agradable y quería seguir viendo su efecto sobre Gi. Cuando llegué a la casa de Sam, no me dio tiempo ni a salir del coche. Allí estaba ella, sonriéndome desde la puerta. Se acercó al coche y vi que llevaba unos bultos. Cuando entró, me fijé que eran una guitarra y una mochila. ¿Una guitarra? ¿Para qué la querría? Según tenía entendido ella no sabía tocar. Pero seguro que cuando llegáramos lo averiguaría. Estaba deseando llegar. Pero aún nos esperaba un largo viaje en coche. Así que sin más arranqué y nos pusimos en marcha.

Ninguno de los dos dijimos nada en el trayecto. Pero yo quería agradecerle todo lo que había hecho, así que empecé a hablar.

- Gracias por todo Sam. – le dije mientras le dedicaba una sonrisa.

- ¿Gracias por qué? ¿Qué he hecho? – me miró extrañada, pero como yo le seguía sonriendo me devolvió la sonrisa.

- Por haberle devuelto la vida a tu abuela. Desde que volviste a aparecer en su vida ella está más feliz. Y cada día me pregunta cuándo volverás a verla.

- Vaya. No sé qué decir. A mí me ha pasado lo mismo. Antes de ir a su casa me había vuelto muy solitaria. Dejé de lado todas mis amistades, incluso empecé a tratar mal a Thomas. – al decir esto agachó la cabeza como si se sintiera muy mal consigo misma.

- Me alegro mucho de que me digas eso. No de que antes fueras una desgraciada. – le dije mientras soltaba una carcajada. Pero creo que no le gustó nada oír eso. – Perdona, no quería decir eso. Me refería a que al haberos reconciliado las dos, os habéis hecho un favor mutuo. Ella vuelve a querer vivir y, tú, parece que ya no eres tan solitaria. – le dije acariciándole la mejilla.

- Sí. Creo que me ha ayudado mucho el haberla visto el otro día. Hasta ese día no quería saber nada de nadie. Y gracias a ella me di cuenta del daño que estaba causando a mi alrededor. Así que le debo mucho a la abuela.

- Creo que las dos os debéis mucho. Y eso me hace muy feliz. Así he recuperado a Gi y a ti. Ya que hace años que no te veía.

Seguimos hablando hasta que llegamos a nuestro destino. No sé porque, pero había algo en ella que me era muy familiar. No sé qué era, si su forma de hablar, su expresión o sus movimientos, pero había algo que me recordaba a él. Gi también lo notaba, pero sabía que le dolería si le decía que tenía razón. Había empezado a sonreír y no iba a ser yo el que la fastidiara, como había hecho tantas veces.

Salimos del coche a la vez. Caminamos callados por el jardín y, llegamos a la puerta. Me miró como preguntándome si tenía llaves y le sonreí. Saqué del bolsillo la llave que me habían dado ellos hace años y abrí. Dejé que entrara ella primero, como buen caballero que era. Cerré la puerta y entonces grité:

- ¡Gi! ¡Estamos en casa! – alargando mucho la a.

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