viernes, 1 de julio de 2011

Capítulo 5. POV Sam

Era lunes y tenía que ir al instituto. No tenía muchas ganas, pero era mi obligación, así que, cuando sonó el despertador, me levanté, desayuné un tazón de cereales y me fue caminando al instituto. Como tenía los auriculares y la música muy alta, no me di cuenta de que alguien me llamaba. Pero por el rabillo del ojo vi que alguien se acercaba a mí corriendo. Era Anne. Incluso estando a más distancia la habría reconocido. Su larga melena, roja como el fuego, y sus vestidos de llamativos colores no hacían que pasara desapercibida. Cuando llegó hasta mí me saludó con una sonrisa de oreja a oreja. Eso era lo que más me gustaba de ella. Nunca dejó de intentar que no me alejara, pero Sophie la convenció de que me dejara ir, que no valía la pena.

- Hola Anne, ¿cómo estás? Hace mucho que no coincidimos. – le dije intentando sacar mi mejor sonrisa.

- Vaya. Te noto diferente Sam. Estás… no sé, más cambiada. ¿Qué te ha pasado? – su cara lo decía todo. Hacía mucho que no me veía sonreír, y hoy volvía a hacerlo.

- Supongo que hoy estoy feliz.

- Me alegro mucho Sami. – así es como me solía llamar antes de que dejáramos de hablarnos. – De verdad, ya tenía ganas de volverte a ver sonreír. ¿Y se puede saber qué ha pasado? – me preguntó levantando una ceja, como solía hacer ella siempre. Eso hizo que me entrara la risa y estuve así más de cinco minutos.

- Nada. Simplemente me apetecía volver a ser feliz. – no le dije que había conectado con mi abuela, preferí guardármelo para mí. Pero ella me conocía muy bien y sabía que había algo que no le estaba diciendo, pero no insistió.

- Enserio Sami, me alegro mucho. Ya era hora de que volvieras a ser tú. – y al acabar de decir esto me dio un abrazo tan fuerte que casi me quedo sin respiración.

Continuamos juntas el camino al instituto. No paramos de reír y hacer bromas. Volví a sentirme muy bien con ella. Había olvidado lo divertida que era, pero sabía que ya no nos separaríamos nunca. Cuando llegamos, vimos a Sophie entrando agarrada de la mano de un chico.

- Sí, Sophie me ha cambiado por un chico. – me dijo Anne bajando la mirada.

- ¿Desde cuándo?

- Unas semanas después de que dejaras de venir con nosotras. – su voz era entrecortada, así que decidí no seguir con el tema.

- Bueno, ya iremos nosotras a buscar a nuestros hombres. – le dije cogiéndome de su brazo y dándole un beso. Aunque aún tenía esa expresión seria en su cara, me miró y sonrió.

Las clases se hicieron eternas. El tiempo no pasaba y yo, lo único que quería era volver a casa. Cuando por fin sonó el timbre me sentí aliviada. Volvimos Anne y yo juntas, ya que nuestras casas estaban relativamente cerca. Cuando nos despedimos le prometí que al día siguiente le esperaría donde siempre para ir juntas. Entré en casa y me encontré a Thomas viendo su película favorita, Star Wars. Me acerqué lentamente sin hacer ruido y me puse detrás de él. Justo era la escena en que Dark Wader le decía a Luke que era su padre. Así que me agaché y chillé las mismas palabras en el oído de Thomas. Éste saltó del sofá y me miró extrañado.

- ¿Qué? ¿No puede tu hermana mayor gastarte una broma? – y empecé a reírme muy alto

- Sí, pero hacía mucho que no hacías eso. – me dijo Thomas con la cabeza ladeada y sin pestañear.

Así que cuando me dijo eso, corrí hacia él, lo tiré en el sofá sin hacerle daño y empecé a hacerle cosquillas. Ahora era él quien reía muy alto. No me acordaba de lo bien que me sentía jugando con mi hermano. Cuando nos cansamos, nos quedamos tumbados en el sofá terminando de ver la película y diciendo cada frase del diálogo. Ese era el problema de haberla visto tantas veces. En ese momento, entró mamá, nos miró con su cara de siempre y se dirigió a su despacho.

- Sam, ¿la vemos otra vez? – me preguntó mi hermano con su cara de niño bueno.

- ¡Claro que sí! Pero espera, voy a hacer palomitas. – así que me levanté y me dirigí a la cocina.

Desde allí podía oír a Thomas ponerla desde el principio otra vez. Si esta situación se hubiera dado hace una semana, ahora estaría en mi cuarto cerrándole la puerta a Tom en las narices. Pero gracias a una persona había vuelto a querer a las personas más importantes de mi vida: Tom y Anne. Cuando el microondas pitó, saqué la bolsa y la vertí en un bol muy grande.

- ¿Estás preparado Tom? Ahí voy.

Y nos sentamos los dos, juntos, viendo por segunda vez aquel día nuestra película favorita. Cuando acabó ya era de noche. Tom se había quedado dormido, así que lo cogí en brazos y lo llevé a su cama. Pero en ese momento se despertó.

- Sam

- Dime Tom

- ¿Me lees un cuento?

- ¿No eres un poco mayor para que te lea? – le dijo mientras le sonreía.

- Ya, pero es que no quiero que te vayas.

- Está bien. ¿The cat in the hat?

Y con un asentimiento por parte de mi hermano, comencé a leerle el libro que le había leído durante muchas noches. Cuando vi que se había dormido, apagué la luz, me levanté y me fui a mi cuarto. Había sido un día de reencuentros. Anne volvía a ser mi mejor amigo y yo volvía a querer como antes a Tom. Me puse el pijama y me tumbé en la cama. Y antes de dormirme me vino un pensamiento a la cabeza: quiero volver a verla. Y con su imagen me dormí.

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